La temporada de calor puede llegar a presentar un verdadero riesgo a las personas y animales. Es durante este periodo donde se recomienda tomar medidas adicionales para evitar sucumbir a los efectos negativos del Sol. Para el desconocimiento de algunos dueños, tomar un suero no es sólo para las personas, pues un perro también puede tomarlo para evitar deshidratarse.
¿Cómo evitar que mi perro se deshidrate?
La deshidratación, tanto en humanos como en perros, ocurre cuando se pierde más líquidos de los que el cuerpo necesita para funcionar correctamente. Usualmente es causado por diarrea, vómito, infecciones o calor extremo. Un perro simplemente tomando agua no garantiza que pueda contrarrestar la pérdida de líquidos, especialmente si es muy rápida.
Para evitar que un perro se deshidrate se pueden seguir las siguientes recomendaciones:
- Dar al perro acceso a agua fresca y limpia a su alcance.
- Otorgar un espacio de descanso que no esté directamente expuesto a la luz del sol y que goce de una buena ventilación.
- Evitar paseos durante las horas más calurosas del día.
- Estar al pendiente de síntomas que indiquen malestar, como ojos hundidos, encías secas, letargo o pérdida de elasticidad en la piel.
Dependiendo del caso, se deberá llevar al perro urgentemente al veterinario, pues un golpe de calor o deshidratación avanzada puede poner en riesgo su vida.
¿El suero es bueno para tu perro?
El suero no es de uso exclusivo para los humanos, pues los perros también pueden hacer uso de este. Sin embargo, no es buena idea darle al canino el mismo tipo de suero que toman las personas, pues algunos ingredientes pueden ser dañinos para la mascota. Lo recomendable es hacer una visita al veterinario, quienes pueden recetar un producto específico para perros.
Algunos de estos sueros para perros se pueden conseguir en clínicas o tiendas especializadas. Si hay alguna emergencia, también se puede preparar una solución casera que puede ayudar de manera temporal:
Ingredientes:
- 200 ml de agua mineral
- 3 sobres de stevia natural o azúcar
- 1 cucharada de bicarbonato comestible
- 1 cucharada de sal de mar
Teniendo todos los ingredientes, se procede a mezclarlos adecuadamente para después ser administrados con una jeringa sin aguja, en dosis pequeñas que no superen los 200 ml.